domingo, 12 de abril de 2009

El Gran Jefe, nuestro Rey

Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?".
Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?".
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?".
Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".
Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la v
erdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".
Jn 18, 33-37


Luego vi el cielo abierto y apareció un caballo blanco. Su Jinete se llama "Fiel" y "Veraz"; él juzga y combate con justicia.
Sus ojos son como una llama ardiente y su cabeza está cubierta de
numerosas diademas. Lleva escrito un nombre que solamente él conoce y está vestido con un manto teñido de sangre. Su nombre es: "La Palabra de Dios".
Lo siguen los ejércitos celestiales, vestidos con lino fino de blancura inmaculada y montados en caballos blancos.
De su boca sale una espada afilada, para herir a los pueblos paganos. El los regirá con un cetro de hierro y pisará los racimos en la cuba de la ardiente ira del Dios todopoderoso.
En su manto y en su muslo lleva escrito este nombre:
Rey de los reyes y Señor de los señores.
Ap 19, 11-16

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