Nuestra vida simbolizada en un corazón, con un gran agujero en el centro, y que solo Dios puede llenar.
No caigamos en el gran error de la sociedad en la que vivimos, de querer llenar este espacio con un montón de cosas vanas que no nos llevan a ningún lado y nos degradan como personas.
Es solo en el Gran Jefe, donde hallaremos la verdadera felicidad.
"Señor, nos has hecho para ti, y nuestro corazón estará siempre inquieto hasta que descanse en ti".
San Agustin
domingo, 22 de marzo de 2009
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